La poesía es repositorio infinito para el amor.
Se desliza, entre tus pasos y los míos,
entre tus mundos y los míos,
hacia la plenitud del encuentro
La poesía es un repositorio infinito para el amor.
Me deslizo, entre tus pasos y los míos,
entre tus mundos y los míos,
Hacia la plenitud del encuentro
El cuerpo como espacio público,
El cuerpo como comuna, como espacio de okupas,
como templo orgiástico de todas las eucaristías
El espacio mítico del aura, las partículas que los ciegos no quieren ver,
el de las correspondencias con mis estrellas, mis naufragios, mi ante sueño, mis delirios, mis obsesiones y mis anclas.
Y el cuerpo que me sostiene de un ancla frágil, el cuerpo de la rutina, obstinado, protector del caos diario y coleccionista de toxinas, el de los humores y del alimento sagrado.
El cuerpo invisible de mi ritmo, templo de nuestras soledades, las partes privadas de la mente, esas visiones, esos paisajes interiores que devienen conciencia, ritual, extasis, añoranza.
Pero el cuerpo de la poesía, Manuel, y la cadencia entre dos cuerpos, sera lo único que nos sobrepasa.